Las lesiones pigmentadas son muy comunes y la inmensa mayoría de éstas son benignas, sin embargo, por razones estéticas pueden ser muy desagradables para muchas personas.

Entre las lesiones pigmentadas más comunes encontramos; la queratosis, los lunares, mandas de la edad, pecas, las manchas solares y el melasma. Las manchas solares, también conocidas como lentigos, son inofensivos, planos, de tonos marrones y suelen aparecer en la parte posterior de las manos, cuello y cara, sobre todo en personas a partir de los 40 años. Estas manchas delatan la edad de la persona, y casi siempre están causadas porque la piel ha estado expuesta demasiado al sol sin la adecuada protección.

El mecanismo de acción del láser es muy sencillo; trabaja emitiendo un haz de luz muy potente directamente sobre la lesión pigmentada, y éste es captado por la “melanina”, pigmento de tono marrón, principal componente que se halla en las lesiones pigmentadas.
La energía del láser es absorbida selectivamente por el pigmento de las lesiones pigmentadas, desfragmentándolo en partículas microscópicas, mientras que el calor generado es dispersado por las estructuras propias de la piel. Esta dispersión de la energía calorífica hace que el tratamiento con el láser sea altamente cómodo y seguro, ya que se evitan quemaduras en la piel, y permite que el tratamiento sea prácticamente indoloro.

El tratamiento completo para la eliminación de las manchas solares requiere de una o dos sesiones, espaciadas entre uno y dos meses, aunque hay lesiones pigmentadas de mayor tamaño o más oscuras que pueden requerir de más sesiones.

Ventajas del tratamiento de eliminación de las lesiones pigmentadas con láser:
Seguro y efectivo
Exangüe y sin cicatrices
Un tratamiento con máximo control y precisión
Mejora las discromías y texturas de la piel
Sin anestesia
Resultados de larga duración

A medida que envejecemos, las células de nuestra piel van perdiendo hidratación por lo que producimos menos colágeno en nuestra dermis, proteína ésta responsable de dar firmeza a la piel. Las fibras de elastina comienzan a desgastarse, y nuestra piel cada vez se vuelve más delgada y frágil. La combinación de estos procesos son los responsables de que comiencen la aparecer la flacidez y las arrugas, síntomas evidentes de nuestro envejecimiento.

Los principales factores responsables del envejecimiento de la piel, son la exposición a los rayos ultravioletas del sol, el estrés, los desórdenes alimenticios, la falta de ejercicio, el tabaquismo, etc. Los primeros signos del proceso de envejecimiento comienzan a aparecer a partir de los 20 años, y este proceso se va acelerando en las décadas posteriores.